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Congreso

“Los jóvenes tienen necesidad de sentirse únicos y esa es la propuesta del Evangelio. Sin disfrazarlo ni edulcorarlo”.

“La gente sólo quiere que la quieran, y la propuesta de nuestra ‘marca’ no es otra que el amor”.

“Saber comunicar no implica tener el mejor discurso, pero si hacerlo desde un centro firme y rotundo”.

Son algunas de las frases que sonaron en el Congreso, pero también queremos compartiros lo que nos han contado dos hermanas y una profe que participaron en él.

«El II Congreso Internacional  de Marketing Religioso  que tuvo un lugar en Madrid, en el que participaron profesoras del Colegio Santo Domingo de Guzmán (Palencia), trató  de explicar el concepto de marketing religioso como algo que no se compra ni se vende, si no que trata de transmitir  experiencias más profundas que van más allá, adaptándose a nuestros días y convirtiéndonos  en los “influences” de la palabra de Dios, despertando el deseo de transcendencia e interés por la propuesta del Evangelio”.

“Para mí han sido dos días de reflexión y  lluvia de ideas sobre cómo  transmitir o contar la experiencia del día a día, tener equilibrio, sentido del humor  para poder responder a las necesidades de nuestros jóvenes de hoy. El marketing religioso no es vender sino satisfacer, utilizar el lenguaje común es la clave del mensaje que queremos llegue al corazón de los otros. Uno de los puntos fuertes para mí  fueron los testimonios reales de los jóvenes a través de su fe, y como la relación con otras personas ha cambiado su vida.  Y lo que piden ellos a la Iglesia: el acompañamiento, aceptación, acogida, menos pretensión más relación, que transluzca la autenticidad del corazón y sobre todo la escucha. Ojalá que cada uno de nosotros podamos aportar nuestro grano de arena para  ayudar a los jóvenes a descubrir el sentido de la vida”.

 “Quiero constatar la actitud personal de los ponentes, sus reacciones espontáneas al interactuar, eran absolutamente coherentes con la manera de hacer defendida en sus ponencias respecto a pautas del éxito. Por ejemplo, reaccionaban, espontáneamente, de un modo positivo. Algo aparentemente simple, pero que no siempre coincide con nuestra forma de decir y de hacer. Ante preguntas que casi forzosamente abocaban a respuestas con matices negativos, respondían valiéndose de la parte positiva que podía tener el asunto.

 Otro hecho que pedían los jóvenes es ¡Coherencia! Que vivamos lo que predicamos.

Una joven contó que su conversión, hace tres años, fue debida a que quería vivir como veía lo hacía uno de sus profesores de la Universidad. Jamás le oyeron sus alumnos nada de religión o ideologías de ningún tipo; simplemente vivía, les trataba, etc. de una forma diferente, y que les interrogaba. Y ella le preguntó directamente qué le hacía vivir así. Fue sólo entonces cuando él dio testimonio con palabras: Jesucristo era el centro de su vida; su fe era su motor. Y desde entonces, no hubo nada especial, escucha y acompañamiento.

Elena, S. Juli y S. Jenny