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Corpus Christi

By 1 junio, 2015No Comments

El milagro de la multiplicación de los panes y los peces es un símbolo de la Eucaristía. La abundancia, el reparto de bienes, es un signo de que el espíritu de Jesús está en medio de los hombres.
Jesús no vive de espaldas a la gente, encerrado en sus ocupaciones religiosas e indiferentes al dolor de aquel pueblo. Su experiencia de Dios le hace vivir aliviando el sufrimiento y saciando el hambre de aquellas pobres gentes.
El tiempo pasa y Jesús sigue ocupado en curar. Los discípulos le interrumpen con una propuesta: “Es muy tarde; lo mejor es a aquella gente y que cada uno se algo de comer”. No han aprendido nada de Jesús. Se desentienden de los hambrientos y los abandonan a su suerte: que se “compren comida”. ¿Qué harán quienes no puedan comprar?
Jesús les replica con una orden tajante, que los cristianos satisfechos de los países ricos no queremos escuchar: “DADLES VOSOTROS DE COMER”. Frente al “comprar”, Jesús propone el “dar de comer”. No lo puede decir de manera más clara. Él vive gritando al Padre: “Danos hoy nuestro pan de cada día”. Dios quiere que todos sus hijos e hijas tengan pan, también quienes no lo pueden comprar.
En un mundo donde mueren de hambre millones de personas, los cristianos solo podemos vivir avergonzados. Europa no tiene alma cristiana y “despide” como delincuentes a quienes vienen buscando pan. Y, mientras tanto, ¿quiénes son en la Iglesia los que caminan en la dirección marcada por Jesús? Por desgracia, la mayoría vivimos sordos a su llamada, distraídos por nuestros intereses, discusiones, doctrinas y celebraciones.
No lo hemos de olvidar. Si vivimos de espaldas a los hambrientos del mundo, perdemos nuestra identidad cristiana; no somos fieles a Jesús; a nuestras comidas eucarísticas les falta su sensibilidad y su horizonte, les falta su compasión.
No podemos perder la perspectiva de Jesús: dejarnos afectar más y más por el sufrimiento de quienes no saben lo que es vivir con pan y dignidad. Y comprometernos en pequeñas iniciativas, concretas, modestas, parciales, que nos enseñan a compartir y nos identifican más con el estilo de Jesús.

J. A. Pagola (El camino abierto por Jesús)