El pueblo que fue cautivo
y que tu mano libera
no encuentra mayor palmera
ni abunda en mejor olivo.
Viene con aire festivo
para enramar tu victoria,
y no te ha visto en su historia,
Dios de Israel, más cercano:
ni tu poder más a mano
ni más humilde tu gloria.
¡Gloria, alabanza y honor!
Gritad: «¡Hosanna!», y haceos,
como los niños hebreos,
al paso del Redentor.
¡Gloria y honor
al que viene en el nombre del Señor!
Amén