
Quizá muchos vieron la estrella, pero no la siguieron. Quizá algunos la vieron y la siguieron, pero les faltó constancia y desistieron.

Se nos invita a leer, orar, abrirnos, escuchar y compartir recordando nuestras experiencias, celebrando y compartiendo vida para seguir juntos haciendo camino y abriéndonos como Iglesia en sinodalidad a tantas realidades aún pendientes.

El amor, el perdón, es necesario acogerlos cada noche, en la oscuridad de la fe que muchas veces se hace presente, pero emerge cada mañana y siento que soy un libro que Dios escribe durante la noche y así, al despertar, ya en ese camino a la invitación de un despojarme de mi ser viejo, dejo que el Espíritu me siga alumbrando ante las nuevas posibilidades de conversión y dejar huella en esta cuaresma.

Alegre, cantarina, desenfadada, quitando importancia a todo lo desagradable que podía, la recordaremos siempre con su melodía continua.

Llevamos ya unos meses hablando de sinodalidad, si queremos hacerla operativa parece conveniente fijar la atención sobre algunos verbos que debemos conjugar en la primera persona del plural: “Nosotros”. Todos los miembros del Pueblo de Dios que tenemos una misma vocación a la fe, a la fraternidad y a anunciar la Buena Nueva del reino.

Seguir a Cristo no es una vocación de autoservicio, es para los demás. Si después de tantos años de vida religiosa sólo me miro a mí misma, no habrá razón para crecer. Como la higuera que no da fruto. Pero gracias al jornalero que le pide a su amo que no corte, que intentará nuevamente fertilizarlo y esperando que cuando regrese encuentre frutos. Esto es lo mismo en nuestra situación, damos gracias a Dios por su paciencia con nosotros, dándonos siempre la oportunidad

Quizá muchos vieron la estrella, pero no la siguieron. Quizá algunos la vieron y la siguieron, pero les faltó constancia y desistieron.

Con el bastón en una mano para agilizar y afirmar el paso. Con la Palabra de Dios en la otra mano para sostenerse en la Predicación. Con el corazón henchido de anhelos sueños y realismo de apóstol/testigo, se lanzó Domingo mundo a través, sin más convicción de que Dios estaba con él y le impelía a anunciar la Buena Noticia de la salvación para todos.

La falta de sensibilidad de sentirnos PERTENECIENTES puede llevarnos a mantener una actitud pasiva, indiferente y ausente, muere la ilusión, el interés por nuestra HISTORIA y vagamos sin horizonte. Debemos y tenemos que sentirnos pertenecientes a un Instituto, a ser y vivir como Dominicas Misioneras de Santo Domingo y no a otro

“Pasando el tiempo creció el carisma de la predicación de aquellos frailes con sus hermanas en contemplación; luego seglares colaboraron y así nació la gran familia Dominicana que en la Iglesia es comunión.”

«El sentido de envío y misión se experimenta con la libertad personal que es imprescindible para el seguimiento, para la pobreza, para la castidad, para la obediencia…»

«Nuestros hermanos y hermanas en Myanmar han sido objeto de atrocidades y violaciones de los derechos humanos que no han sido reportadas por los principales medios de comunicación…»