Si queremos participar en la construcción de un mundo más justo y más humano, solamente lo conseguiremos con la participación de todas las hermanas, no todas por igual, pero sí todas activamente cada una desde su condición y responsabilidad, cada una aportando su pedacito de verdad porque como dice Santo Tomás, “toda verdad la diga quien la diga viene del Espíritu Santo”.
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