«Venid y vamos todos con flores a María» se cantaba en este mes de mayo, y se sigue cantando en algunas de nuestras iglesias, pequeñas o grandes. Con flores que el campo trae ya en la primavera, que son belleza y homenaje a la Madre. Y, sobre todo, con las flores de nuestras vidas, con nuestros esfuerzos cotidianos ofrecidos a la Madre, con nuestra alegría compartida con los demás, con nuestras ilusiones depositadas a sus pies, con nuestras oraciones, con nuestros pequeños o grandes actos de amor.
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