(…)No olvidemos que para los discípulos de Cristo, la pobreza es ante todo vocación para seguir
a Jesús pobre. Es un caminar detrás de él y con él, un camino que lleva a la felicidad del reino
de los cielos (cf. Mt 5,3; Lc 6,20). La pobreza significa un corazón humilde que sabe aceptar la
propia condición de criatura limitada y pecadora para superar la tentación de omnipotencia,
que nos engaña haciendo que nos creamos inmortales(…)
(…)Invito a toda la Iglesia y a los hombres y mujeres de buena voluntad a mantener, en esta
jornada, la mirada fija en quienes tienden sus manos clamando ayuda y pidiendo nuestra
solidaridad. Son nuestros hermanos y hermanas, creados y amados por el Padre celestial.(…)(…)Que esta nueva Jornada Mundial se convierta para nuestra conciencia creyente en un fuerte
llamamiento, de modo que estemos cada vez más convencidos de que compartir con los
pobres nos permite entender el Evangelio en su verdad más profunda. Los pobres no son un
problema, sino un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio.(…)