MARÍA, tu corazón siempre abierto a Dios,
lleva la marca indeleble de su sencillez y de su amor…
Porque el ser pleno es la verdad
y la verdad es siempre sencilla…
Tú fuiste por eso así de bella:
como el día que se abre a la luz,
como el arroyo que pasa cantando
y dando vida a todo lo que toca,
como el ruiseñor que deja en el alma
el gozo de la alabanza y la belleza…