El verano en el que miraremos con otros ojos
Lejos de acabar este tiempo difícil y diferente, que marcará nuestras generaciones para siempre, que quedará en los libros de historia para ser estudiado por las futuras generaciones…lejos del fin, no hemos hecho más que empezar. Todo tiempo de crisis supone un tiempo de reflexión y aprendizaje, porque el ser humano tiene que seguir aprendiendo de lo bueno y lo malo, tropezando dos veces con la misma piedra y sufriendo sus propias curas de humildad. Pero… ¿qué entendemos por HUMILDAD?
La humildad es una virtud humana. Se le atribuye a quién ha desarrollado conciencia de sus propias limitaciones y debilidades y, por lo tanto, obra en consecuencia. Dicha virtud puede ser una cualidad humana independiente de la posición económica o social; una persona humilde no pretende estar por encima ni por debajo de nadie, sino que todos son iguales y poseen el mismo grado de dignidad. La Biblia está llena de ejemplos y lecciones de ello. La figura de Jesús de Nazaret es humildad en toda su esencia y existencia.
“Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: -Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.”Mc 9:35
Y es que esta situación nos ha hecho ser mucho más humanos. Nos ha recordado que no somos invencibles, que nos necesitamos los unos a los otros, que nos queda mucho altruismo dentro para regalar, que tantas veces ha quedado eclipsado por la superficialidad de la sociedad en la que vivimos. El día 14 de marzo, el ser humano del siglo XXI, se topó con su pequeñez. Tanto tiempo subido al carro de la grandiosidad al que había llegado, acompañado del progreso, el dinero, los avances científicos y la arrogancia de sentirse invencible. Y resulta que tanta prepotencia nos ha llevado a ser Atlas, cargando el mundo a nuestra espalda.
Nuestra sociedad está en parte enferma, y no sólo debido a la pandemia que arrasa y nos asola, sino que está vacía de Fe. Si algo ha caracterizado las últimas décadas es la decadencia de la espiritualidad en el ser humano. Esto es algo con lo que los cristianos jugamos con ventaja. Llevar a Dios en nuestro corazón nos ayuda a seguir con fuerza y a ser resilientes. Antes hacíamos alusión a un pasaje de San Marcos, donde plasmaba palabras de Jesús, dando enseñanzas de humildad, pero podríamos citar y hacer hincapié en otros muchos pasajes de la Biblia, donde la bondad y generosidad de los cristianos está reflejada. La comunidad dominica tiene grandes ejemplos de humildad y generosidad, que de habervivido en este tiempo, habrían sido ejemplo a seguir y dignos de admiración. Santo Domingo ejemplo absoluto de generosidad, San Martín y su inmensa bondad y necesidad de ayudar al prójimo o Santa Zdislava de Lemberk que se caracterizó por su entrega a los demás y cuidar a enfermos en hospitales a los que atendía con su inmensa caridad; cualquiera de ellos, son un gran ejemplo a seguir para nosotros.
Este verano, será momento de vivir ese bonito cuento que leemos en Adviento, y vernos reflejados en la figura de aquel zapatero que espera paciente la visita del Mesías. Durante este tiempo veremos a Jesús en aquellas personas que han dedicado su tiempo y arriesgado su vida durante este duro proceso. Jesús está en cada sanitario, voluntario, cajero de supermercado, policía y un largo etcétera de personas que nos han acompañado y salvado de las garras de este virus infernal, que todo lo ha cambiado, que tanto y a tantos se ha llevado.
Un verano para reflexionar, orar, agradecer, empatizar, solidarizarse, dedicarse a los demás, valorar. Tiempo en el que muchos se reencontrarán con la Fe perdida y abandonada, que quedó a expensas de una vida de lujos y banalidades. Momento de mirar con otros ojos, los del corazón.