No puede ser que… trabajando por el reino estemos sembrando tacañamente. El diálogo en la mesa de nuestra fraternidad tiene que reforzar nuestros lazos interiores para ser portadoras del mensaje liberador de Jesús de Nazaret al estilo de Domingo de Guzmán.
Los trabajos de las comunidades marcaban pistas muy claras. Seguramente algo en nuestras vidas introduce desesperanzas… vamos a echar alguna culpa al covid19. Parece que también esta circunstancia nos ha llevado a un cierto distanciamiento que en un momento dado puede tentarnos a querer resolver aisladamente cualquier cosa… Si algo se respiraba en el aire, era seguramente el deseo de acortar distancias, de mirarnos a los ojos para interpretar los deseos, de buscar en cualquier momento una palabra alentadora para coger la bolsa de las semillas y empezar a lanzar buenas noticias.
Una cuestión muy característica en nuestras asambleas ha sido, después de un diálogo, el llegar a la unanimidad… seguramente expresión de un deseo íntimo de sintonizar, comprende, empatizar, alegrar, perdonar, animar… necesitamos de veras escuchar a las hermanas que están a nuestro lado, en situaciones concretas… que hay que seguir adelante… y que entre todas, con buen voluntad y deseos de superación y entendimiento todo es posible. Porque el don de la hermana, es mi propio don que se hace grande y va creando fraternidad.