Alguien ha dicho que la vocación dominicana es la vocación de «las manos vacías». Manos vacías que, conscientes de su pobreza, se abren humildes y perseverantes ante Dios: «contemplata» y, cuando Dios las llena, se vuelcan sobre los hermanos: «Aliis tradere» y quedan de nuevo vacías y vueltas hacia Dios… Nunca intentan llenarse con la gloria que debe volver a Dios. Contemplamos este día a Catalina, mujer dominicana, mujer de manos vacías y contemplemos, al mismo tiempo nuestras manos.
S. Rosalía Gómez