Más de 800 niños de las diócesis de León y Astorga, participaron el sábado 29 de marzo en Astorga, en un encuentro de Infancia Misionera.
En la estación de León, el griterío era tremendo pero grato al ver a tantos niños y padres, esperando el tren que nos llevaría a nuestro destino. La alegría de los niños una vez que nos pusimos en marcha, se les veía verdaderamente felices, muchos de ellos nunca habían subido a un tren. Los cantos y dinámicas amenizaron el viaje hasta llegar al punto cero de nuestro encuentro.
La Jornada comenzó con la llegada de todos los participantes. Los de Astorga y los alrededores en autobús y los de León en el tren misionero. Fuimos recibidos por la policía que nos condujo a la iglesia de Rectivía, donde Mons. Camilo Lorenzo, obispo de Astorga y la alcaldesa, Victorina Alonso.
A continuación la oración centrada en la parábola del Buen Samaritano, escenificada y comentada por los niños.
Un día bastante gris y siempre acompañados por la lluvia que no ceso ni un momento, salimos después de la oración, hacia el colegio de las Escolapias, resguardados por paraguas y todo aquello que fuera útil para evitar que el agua nos empapase. Una vez allí, en el gimnasio comenzaron los juegos y actividades para los niños y para los adultos. Teníamos un documental sobre Montesinos, el ayer y el hoy, la denuncia de la injusticia y la igualdad de cada hombre para luego comenzar la mesa redonda. En otra sala pudimos aprender sobre África, sus costumbres y su historia.
Como éramos muchos, nos repartirnos en grupos y poder así participar en las diferentes actividades.
La comida… como pudimos. Unos de pie y otros sentados, con nuestros bocadillos y lo que cada uno llevó para compartir. Todo para todos, éramos como una gran familia.
Sobre las tres de la tarde comenzó el festival, colorido, alegre, participativo por casi todos los grupos, eso dio un toque especial de fiesta, y llegaba el momento de visitar la catedral donde fue increíble el comportamiento de los chicos, mayores y pequeños. El sacerdote que se la explicó dio una catequesis magistral sobre el retablo del templo. Continuamos, en grupos, visitando la Plaza y sus maragatos, la fábrica de chocolate y el palacio episcopal, estas visitas se hicieron por grupos debido al gran número de participantes.
Llegó la hora de volver…la lluvia nos siguió hasta la estación donde puntualmente salimos hacia León con la satisfacción de un encuentro interdiocesano donde los niños, únicos protagonistas, pudieron entablar amistades y conseguir el objetivo propuesto: “Los niños ayudan a los niños”.
León volvió a vestirse de color. Las pañoletas, las banderas eran los símbolos de que algo pasaba en la ciudad y los niños con su alegría mostraban que eran misioneros.