Gracias, Sor Lezyl, por tu fidelidad
El día 28 de mayo, coincidiendo con la fiesta de la Ascensión del Señor, nuestra hermana Sor Lezyl Diola emitió la profesión perpetua en manos de Sor Mª Ángeles Villalibre, en nuestra casa de Valladolid, acompañada de las hermanas de su comunidad y otras llegadas desde las diferentes casas de la Provincia. Nos acompañó también Sor Elvira Diez, venida de Roma para darles los ejercicios como preparación a este gran día.
Fue una ceremonia sencilla y muy entrañable, presidida por el P. Ramón Rodríguez, OP. y preparada con todo cariño por las hermanas, en este día tan especial para Sor Lezyl. Así la iniciamos:
“Nos hemos reunido en el nombre del Señor para celebrar la eucaristía, en la que Sor Lezyl se comprometerá a vivir, durante toda su vida, el Evangelio de Jesucristo al estilo de Santo Domingo de Guzmán.
Ella escuchó la voz del Señor sin dejarse distraer por otras voces extrañas que no comunicaban Buena Noticia. Se sintió llamada por el propio nombre y se dejó atraer por Él. Entendió que es decisivo “seguir” a Jesús, vivir confiando en su persona; inspirarse en su estilo de vida para orientar su propia existencia. Que es vital para hacer el recorrido de la vida tener a Jesús como guía. Él se presenta como “el camino y la verdad y la vida” y hace caer en la cuenta de que no hay otro camino ni otra verdad ni otra vida que ofrezcan la seguridad y garantía que Él ofrece.
Sor Lezyl: has sido llamada por Dios al seguimiento de Cristo en la vida dominicana, hoy respondes en fidelidad según el carisma de Domingo de Guzmán. No olvides: es Cristo el que hace que todo esto tenga sentido, pues Él en ti lo cambia todo: La soledad es habitada, tus miedos son vencidos, tu corazón se ensancha, tus alegrías son compartidas, tus decisiones son iluminadas… y todo lo demás se llena de plenitud.”
A lo largo de ese día y los anteriores, muchos fueron los momentos en que la hermana nos compartía sus sentimientos ante este momento. Expresamos aquí algunos de ellos con los que concluyó la Eucaristía. Son sus palabras:
“Al terminar mi formación y haber sido aceptada generosamente por la congregación pienso profundamente en Dios y su grandeza.
Ha sido un largo camino, pero hoy estoy aquí porque Él me ha mirado y me hace sentir su amor a través de las personas que están a mi alrededor: mi familia, mis amigos, mis formadoras y todas las hermanas de la congregación. 
Gracias por todas las oportunidades especialmente por tener la experiencia del amor de Dios en diferentes personas, culturales y apostolados.
Gracias por vuestras oraciones y por tener una familia mucho mayor de lo que yo había imaginado. Nuestro Dios es un Dios de misericordia, que Él nos bendiga.”