El Adviento es una llamada a renovar la esperanza y la alegría. Para ello es necesario que ¡DESPERTEMOS!
Sí, somos llamados a despertar. Despierta quien duerme. El sueño es necesario para restablecer las energías, pero también puede ser una forma de “huir” o “escondernos” ante las diversas tareas o situaciones que nos desafían.
Urge dejar de dormir y enfrentar la vida. El Evangelio nos dice que es necesario despertar porque “se acerca vuestra liberación”. Sabemos que la “liberación” proviene de Dios, aunque tal vez sea necesario que cada uno nos preguntemos de qué necesitamos ser liberados. Sólo respondiendo a esa pregunta podemos comprender la urgencia que el Adviento, concretamente este del año 2018 presenta a mi vida.
El Adviento es un camino en el que hemos de estar en VELA para no dejar pasar ninguna oportunidad de PREPARAR nuestro encuentro con Jesús que nacerá, que tiene que nacer en el corazón de cada hombre para que se convierta TESTIMONIO, en ANUNCIO de la luz que viene a prender en todas las oscuridades de nuestro mundo, e iluminar a todos los corazones que lo ACOGEN como rey y Señor.
El adviento es un “encuentro con la vida” con la vida de Jesús y con las vidas de cuántos nos encontramos por los caminos. Pero ¿cómo seremos capaces de contagiar a otros ese hábito de vida verdadera que les ayude a alzar su mirada y descubrir caminos de salvación?