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Domund 2015

By 13 octubre, 2015No Comments

La Jornada Mundial de las Misiones de este 2015 tiene como marco el Año de la Vida Consagrada. Todo cristiano está llamado a ser misionero, cada uno desde la vocación a la que Dios le llama. Las personas consagradas han escuchado y acogido en su corazón de manera particular la invitación del Señor: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”. Su vida ya no les pertenece, y solo tiene sentido si hacen de ella una verdadera ofrenda al Señor y a los hermanos. Oremos por todos los misioneros que se ponen incondicionalmente al servicio del Pueblo de Dios, para que su fe se fortalezca y sigan anunciando con alegría el mensaje del Evangelio, y sean en nuestro mundo “misioneros de la misericordia”.

La misión es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, es una pasión por su pueblo. Cuando nos detenemos ante Jesús crucificado, reconocemos todo su amor que nos dignifica y nos sostiene; y en ese mismo momento percibimos que ese amor, que nace de su corazón traspasado, se extiende a todo el Pueblo de Dios y a la humanidad entera. Así redescubrimos que Él nos quiere tomar como instrumentos para llegar cada vez más cerca de su pueblo amado (cf. EG 268) y de todos aquellos que lo buscan con corazón sincero. En el mandato de Jesús «id» están presentes los escenarios y los desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia. En ella todos están llamados a anunciar el Evangelio a través del testimonio de la vida; y de forma especial se pide a los consagrados que escuchen la voz del Espíritu, que los llama a ir a las grandes periferias de la misión, entre las personas a las que aún no ha llegado todavía el Evangelio”.

(Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2015, 1b)