Tenemos por delante 40 días para tomar conciencia de lo que es realmente importante y trascendente en nuestras vidas. Se abre, por tanto, una ventana en nuestro espíritu, en nuestro corazón, en nuestra vida, para detenernos, para pararnos y despojarnos de lo que en realidad no nos permite acercarnos a Jesús.
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