
(…) En la Eucaristía del peregrino, en la capilla de las apariciones, visitas a los distintos lugares de peregrinación, como casas de los pastorcitos, distintas capillas, tumbas, el rosario y procesión de antorchas, todo ello, te hacían sentir como en un mundo distinto, y el alma se esponjaba con tales vivencias. También impactaba la fe de todos los que allí se encontraban, con qué sentido vivían las celebraciones, con qué sentido de sacrificio recorrían la explanada de rodillas…allí, no había dudas, María estaba con todos sus hijos y le presentaba a su Hijo todas las preocupaciones y problemas, como hiciera en Caná.(…)
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