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El hambriento nos pide dignidad no limosna

By 23 noviembre, 2014No Comments

LAS PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO EN LA FAO

El hambriento nos pide dignidad no limosna

«Dar de comer a los hambrientos para salvar la vida en el planeta». Esta ha sido la petición del Papa Francisco durante su visita a la sede de la FAO en Roma.

«La total unidad de propósitos y de obras, pero sobre todo el espíritu de hermandad, pueden ser decisivos para soluciones adecuadas», ha iniciado Francisco. Asimismo, ha asegurado que Iglesia «siempre trata de estar atenta y solícita respecto a todo lo que se refiere al bienestar espiritual y material de las personas, ante todo de los que viven marginados y son excluidos, para que se garanticen su seguridad y su dignidad».

Ha advertido, «vivimos en una época en la que las relaciones entre las naciones están demasiado a menudo dañadas por la sospecha recíproca, que a veces se convierte en formas de agresión bélica y económica, socava la amistad entre hermanos y rechaza o descarta al que ya está excluido». Y esto lo sabe bien «quien carece del pan cotidiano y de un trabajo decente», ha indicado el Papa.

«Los Estados se inspiren en la convicción de que el derecho a la alimentación sólo quedará garantizado si nos preocupamos por su sujeto real, es decir, la persona que sufre los efectos del hambre y la desnutrición». «Tal vez nos hemos preocupado demasiado poco de los que pasan hambre». Por ello, «duele constatar» que la «lucha contra el hambre y la desnutrición se ve obstaculizada por la prioridad del mercado y por la preminencia de la ganancia».

«Mientras se habla de nuevos derechos, el hambriento está ahí, en la esquina de la calle, y pide carta de ciudadanía, ser considerado en su condición, recibir una alimentación de base sana. Nos pide dignidad, no limosna». Ha dicho el Papa.

El interés por la producción, la disponibilidad de alimentos y el acceso a ellos, el cambio climático, el comercio agrícola, «deben ciertamente inspirar las reglas y las medidas técnicas», ha solicitado Francisco. Pero, ha proseguido, la primera preocupación debe ser la persona misma, aquellos que carecen del alimento diario y han dejado de pensar en la vida, en las relaciones familiares y sociales, y luchan sólo por la supervivencia.

Por otro lado, ha advertido sobre el reto de la falta de la solidaridad, «la queremos sacar del diccionario» y nuevamente ha provocado el aplauso del público. «Cuando falta la solidaridad en un país, se resiente todo el mundo», ha precisado. Al igual que «los seres humanos, en la medida en que toman conciencia de ser parte responsable del designio de la creación, se hacen capaces de respetarse recíprocamente, en lugar de combatir entre si», los Estados, «concebidos como una comunidad de personas y de pueblos, se les pide que actúen de común acuerdo, que estén dispuestos a ayudarse unos a otros mediante los principios y normas que el derecho internacional pone a su disposición».

Cada mujer, hombre, niño, anciano, debe poder contar en todas partes con estas garantías, ha pedido el Papa. Y es deber de todo Estado «suscribirlas sin reservas, y preocuparse de su aplicación». La Iglesia Católica – ha afirmado- trata de ofrecer también en este campo su propia contribución, mediante una atención constante a la vida de los pobres en todas las partes del planeta.

Para finalizar su discurso, el Santo Padre ha pedido a Dios «que bendiga a todos los que, con diferentes responsabilidades, se ponen al servicio de los que pasan hambre y saben atenderlos con gestos concretos de cercanía». Asimismo ha pedido para que la comunidad internacional «sepa escuchar el llamado de esta Conferencia y lo considere una expresión de la común conciencia de la humanidad: dar de comer a los hambrientos para salvar la vida en el planeta».