TODO COMENZÓ CON UN SUEÑO…
Un sueño que llevó a Santo Domingo a predicar por los caminos el Evangelio hace 800 años. Hoy un grupo de personas, procedentes de distintos lugares pero con un mismo carisma, se reúnen para hacer presente ese sueño en el mundo.
Esas personas pertenecen a la familia dominicana. ¿Su MISIÓN? Nutrir a los jóvenes del espíritu de Santo Domingo.
Muchas veces buscamos ejemplos del carisma dominicano para mostrar a los jóvenes y hablamos de Santa Catalina de Ricci, San Alberto Magno, San Vicente Ferrer…y es en este contexto cuando nos damos cuenta de que esos ejemplos los tenemos mucho más cerca de lo que creemos, en las personas con las que cada año, compartimos la jornada de Pastoral Juvenil; artistas que con sus obras nos muestran los aspectos esenciales de nuestro carácter; laicos que dedican su vida a llevar a santo Domingo a países donde supone un reto por las diferencias culturales que en este caso, dificultan su tarea; maestros que buscan incansables nuevas metodologías, recursos y dinámicas para que sus alumnos se acerquen a Santo Domingo. Y todas esas personas nos reunimos para compartir nuestras experiencias en COMUNIDAD siguiendo el ejemplo de nuestro fundador. Esta convivencia te permite descubrir a personas que sin apenas darte cuenta, cambian tu visión del mundo, te aportan una nueva perspectiva y sobre todo, te llenan de ganas de seguir con tu tarea, de buscar la VERDAD a través de diferentes caminos para llegar a los jóvenes.
En definitiva, te dan LUZ. “LUZ para ser”, “para ser LUZ” y “ser LUZ para”. Y de repente, se crea un lema, un lema común que nos une y nos recuerda una vez más que tenemos la gran suerte de pertenecer a esta familia, a la familia dominicana.