Todos, necesitamos hacer un paréntesis en las tareas cotidianas. Al menos cambiar de ambiente, de actividad. Y esperamos el tiempo de vacaciones como una oportunidad.

Algunas pautas que pueden orientarnos en el “cambio de actividad”:

• Fomentar la serenidad y relajación especialmente con los que durante el año hemos estado tensos.
• Disfrutar de largos paseos, si es posible también del silencio, Las prisas y el estrés nos impiden saborear muchas sensaciones que en el día a día nos pasan inadvertidas.
• Aprovechar para dialogar con la familia y amigos, visitar a quien hace tiempo no vemos, disfrutar de un café, en buena compañía,
• No dejarse llevar por el excesivo ajetreo. A veces, volvemos de las vacaciones, más agotados de lo que fuimos. El secreto de un buen verano no está tanto en hacer mucho, en viajar mucho, en gastar mucho… cuanto en disfrutar con aquello que, durante el resto del año, no hemos podido llevar a cabo.
• Y sobre todo no olvidar que aunque estemos de vacaciones, somos y debemos vivir como cristianos, recordemos las palabras del papa Francisco, “no se es cristianos a tiempos, si no en todo momento”.