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NO PERDER LA IDENTIDAD

Evangelio dia 24Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Dentro de muy poco, ya no lo tendrán con ellos. Jesús les habla conternura especial: «hijitos mios, me queda poco de estar con vosotros». Los discípulos son como niños pequeños. ¿Qué será de ellos si se quedan sin el Maestro?

Jesús les hace un regalo: «Os doy un mandato nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado». Si se quieren mutuamente con el amor con que Jesús los ha querido, no dejarán de sentirlo vivo en medio de ellos. El amor que han recibido de Jesús seguirá difundiéndose entre los suyos.

Vivimos en una sociedad donde se ha ido imponiendo la «cultura del intercambio». Las personas se intercambian todo, con frecuencia hasta la amistad. La gente capaz de amar es una excepción.

Los cristianos hemos hablado mucho del amor. Sin embargo, no siempre hemos acertado o nos hemos atrevido a darle su verdadero contenido a partir del espíritu y de las actitudes concretas de Jesús. Nos falta aprender que él vivió el amor como un comportamiento activo y creador que lo llevaba a una actitud de servicio y de lucha contra todo lo que deshumaniza y hace sufrir.

Dos rasgos deberían caracterizar la actitud del cristiano ante el mundo. Antes que nada, el cristiano ama el mundo y ama la vida. Lo ve todo desde el amor de Dios, y esto le lleva a vivir en una actitud de simpatía universal, de misericordia y de perdón.

Al mismo tiempo, sabe que el mundo necesita ser transformado y «salvado». Por ello, su modo de estar en el mundo está marcado por el empeño de hacer la vida más humana y el mundo más habitable. Su corazón es el de un «hijo de Dios».

                                                                                                                                         Cfr. José A. Pagola